miércoles, 14 de abril de 2010

México, Charlotte, fútbol: ¿Y ahora qué?



El autor de este comentario, Alan D. Becker, es un gerente de ventas para The Charlotte Observer. Anteriormente, trabajó como gerente de ventas en el semanal local La Noticia y como director del semanal Qué Pasa. También ha escrito comentarios para Qué Pasa:

“¿Y ahora qué?”, nos preguntamos todos después del partido que la selección mexicana jugó en Charlotte el pasado 24 de marzo.

Para Javier Aguirre y el Tri, el futuro es Sudáfrica 2010, en donde se espera mucho de este equipo, ya que cuenta por primera vez en la historia con 11 jugadores mexicanos en diferentes ligas de Europa, lo cual supone que la combinación de europeos novatos y veteranos con los ejemplares que juegan en México, le darán ese balance que no tuvo el equipo en anteriores mundiales.

Pero el ¿y ahora qué? no tiene que ver con fútbol, ni con seleccionados, ni nada por el estilo. En los últimos años hemos sido testigos de la partida de miles de paisanos, no sólo mexicanos, sino latinos de todo el continente americano, que por diferentes motivos, léase no reforma migratoria, no licencias, no seguro, persecución del departamento de policía, y la peor, la falta de trabajo, decidieron irse de Charlotte, hacia otras latitudes en donde las condiciones para los ilegales no son tan severas.

63,227 aficionados asistieron a disfrutar de un partido de fútbol en el estadio Bank of America, una cantidad de hispanos nunca antes visto reunida en estas regiones. Ningún festival había sido capaz de juntar a tanto latino, las calles del centro de Charlotte pululaban con paisanos vestidos de verde desde las 9 de la mañana. El comportamiento fue excepcional, no hubo ningún tipo de problemas, salvo el aventado de Iván Espinoza que se lanzó a la cancha a saludar al “Bofo” Bautista, todo fue armonía y sana diversión a pesar del fraude de equipo que presentó México en la cancha.

Cuando entonamos el himno nacional al principio del encuentro, cerrando los ojos uno podía imaginarse estar en México en el Estadio Azteca en el mundial del 86, o en cualquier partido de eliminatoria, en donde todo el estadio al unísono cantaba el himno nacional. Hasta Rogelio Aranda, compañero del Observer, quien pensaba que Masiosare era un extraño enemigo, intentó recordar la letra que Nuno y Bocanegra dedicaron a su país.

63,223 aficionados latinos, me consta haber visto a 4 islandeses, vi hondureños con la camisa verde y su camisa blanquiazul en hombros, vi familias enteras, vi al tío al abuelo y al primo, inclusive al suegro que vinieron desde lejos ya que todos queríamos ser parte de un histórico día, en el que le demostramos a Charlotte y a la Unión Americana nuestro poder de aglutinamiento, nuestro poder económico.

La derrama económica tan solo de entradas rondó los tres millones de dólares, hay que sumarle alimentos, bebida y alojamiento ya que muchos pasaron la noche en la Ciudad Reina.

¿Y ahora qué, pregunto, qué vamos a hacer al respecto, que va a hacer el gobierno al respecto? Somos un pueblo con cierto poder, somos un pueblo trabajador y responsable que lo único que busca es poder proveer a nuestras familias de regreso en casa y darles algo mejor, algo que en nuestros países no está al alcance de nuestras manos. Somos un pueblo que no es tomado en cuenta y es despreciado en muchos casos.

¿Y ahora qué? ¿Podrá un partido de fútbol ser el crisol entre ser víctimas del racismo o nuevos ciudadanos, podrá este histórico día cambiar la manera de pensar de nuestros vecinos en Charlotte y sus alrededores, podrá haber una reforma migratoria en nuestro futuro, una reforma que veamos nosotros, y que la disfruten nuestros hijos y nietos?

¿Y ahora qué, presidente Obama?, ¿y ahora qué Estados Unidos de América? Este es el momento, el ahora es hoy, la vida no es un juego de fútbol, la vida nos la jugamos al diario buscando ser tomados en cuenta, buscando igualdad.

La reforma migratoria es nuestro presente y nuestro futuro ¿Y ahora qué?

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